El Paraguay bajo los Lopez

Thomas L. Whigham
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Al hablar de mediados del siglo diez y nueve, notamos qué los escritores de la historia del Paraguay se han concentrado casi exclusivamente en el carácter de los dos López. Ese énfasis es poco sorprendente. La política cultural del Paraguay había enfatizado por mucho tiempo la omnipresencia en modos de liderazgos y comportamientos autoritarios. Sin embargo, la historia de los paraguayos no puede concentrarse exclusivamente en los actos de sus gobernantes. Por más de tres siglos, echó raíces firmemente en el país, una modalidad de gobierno conservador y tradicional, meramente rural. La pasiva aceptación de esta situación fue tan agobiante, que la política de los gobernantes afectó poco el tenor de vida del ciudadano paraguayo. Los estudiosos que deseen una comprensión completa del Paraguay durante el siglo XIX, necesariamente tienen que mirar más allá de los acontecimientos políticos de las figuras representativas. Con mucha frecuencia, los historiadores han supuesto que los cambios notables en la sociedad paraguaya han ocurrido durante el gobierno de Carlos Antonio López y su hijo. Sostenemos que dicha suposición refleja una tendencia común entre los historiadores de atribuir nociones de progreso del siglo XX a Carlos A. López, un hombre comprometido en muchos aspectos con patrones de política y decoro social más antiguos. Cuando los escritores citan como ejemplos el ferrocarril, la fundición de hierro de Ybycuí y los astilleros, proyectos de gran importancia asociados con el régimen de Carlos Antonio López, pasan por alto el hecho de que estos programas no ejercieron mucha influencia sobre la sociedad paraguaya tradicional. Tal "modernización" tuvo como objetivo principal la expansión del poder estatal comparado con otras naciones y básicamente, la protección del poder de López. Pensándolo bien, nos preguntamos si realmente estos proyectos han alcanzado siquiera al paraguayo de nivel medio. La polémica que rodea a la persona de Francisco Solano López oscurece aún más el planteamiento. Su visita a Europa en el año 1850, lo expuso a una realidad muy diferente a la del Río de la Plata y nos cuentan que este hecho lo llevó a soñar innovaciones aún mayores para su país. Sin embargo, aun cuando la Guerra de la Triple Alianza no hubiese obstaculizado tales planes, dudamos que muchos de estos adelantos hayan podido realizarse, simplemente porque el Paraguay no era Europa y López no era Bismark o Napoleón III. Los estudios de otras sociedades latinoamericanas del siglo XIX han demostrado que los patrones tradicionales tenían vida propia y no es fácil desecharlos. Es necesario que los estudiosos reconozcan que el futuro siempre está ligado al pasado. En ninguna parte esto es más obvio que en el ensayo de Whigham sobre Rosa Dominga Ocampos, una joven de Capiatá que enfrentó un desafío a su honor y encontró un tradicional - y no tan tradicional- modo de oponerse al desafío. Los procedimientos legales establecidos obraban a su favor, tanto que nos preguntamos si debería alguien acusara la antigua legislación de estar atrasada en el trato a las mujeres. La fuerza de la tradición en el Paraguay puede también verse reflejada en la cuestión de la esclavitud. El ensayo de Cooney sobre la abolición de la esclavitud revela que, antes de ofrecer alguna ruptura radical del pasado, los estadistas prefirieron un enfoque extremadamente cauto. El gradualismo y paternalismo inherentes se manifiestan en la Ley de la Libertad de Vientres de Esclavas de 1842. Después de todo, la institución de la esclavitud estuvo tan profundamente arraigada en el Paraguay como lo estuvo en el Brasil. Y aunque el trabajo de esclavos no fue el sistema dominante como lo fue en el Brasil, tal servidumbre siempre fue aceptada por el pueblo como parte del orden natural de las cosas. Con poca presión externa o interna para eliminarla, la esclavitud duró más tiempo en el Paraguay que en cualquier otra república hispanoamericana. El ensayo de Cooney acerca de la Iglesia paraguaya demuestra que la tradición fue activamente reforzada por el Estado en los años de 1840. Dicha institución, parte integral de la sociedad paraguaya desde su fundación, había decaído bajo el régimen del Dr. Francia. Después de su muerte, se convirtió de nuevo en la clave de la sociedad y en la fuerza espiritual en el Paraguay. Su rejuvenecimiento sirvió a los intereses del autoritario gobierno y al mismo tiempo, restituyó a las masas paraguayas, un respetado aspecto de su vida diaria. Los intentos por reforzar la tradición, sin embargo, no siempre son exitosos, especialmente cuando una tradición choca con otra. Como en la mayoría de las sociedades, las costumbres amorosas practicadas en el Paraguay difirieron enormemente del ideal aceptado. Como Bárbara Potthast señala en su ensayo, la campaña del Dr. Francia contra la Iglesia y las élites locales debilitó la institución del matrimonio en el país. El concubinato y las uniones consensuales se volvieron más comunes, q...
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172 Pages

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