Tamar Cohen Siento que todavĂa no me regresan a mi hija, suelta mamá con los ojos llenos de lágrimas, su comentario me da la peor hueva, Ăşltimamente anda muy melancĂłlica y cada que estamos solas aprovecha para sacar el tema de mi enfermedad, prefiere no hablarlo enfrente de mis hermanos, porque no quiere preocuparlos, es una estupidez: Yoshi es un bebĂ© y RubĂ©n no tiene conciencia, ni masa cerebral. Lo dices como si una banda de extraterrestres me hubiera secuestrado, le digo para bajarle 5 rayitas a la intensidad del momento. Extraño a la Dana de antes, vuelve a insistir. Quiero vomitar, no te hagas la sufrida má. Me levanta el dedo Ăndice. Me olvidaba que no se te puede decir nada, le digo con la mirada clavada en el plato, se que le revienta que no la vea a la cara. MĂrame a los ojos Dana, la miro sin parpadear, como hace RubĂ©n cuando la quiere provocar, ¡ay no seas grosera! Me dice con su voz de parĂ©ntesis. Mamá se encierra en su cuarto, me quedo haciendo figuras en el plato con el tenedor y la miel, la Ăşltima es una hacha.
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